domingo, 24 de febrero de 2013

009

Los pequeños negocios de Las Ventas.

A ella la pedían día y hora para que las peinara. Con el tiempo, cada día tenía más trabajo. Los negocios por la zona del mercado de Canillas, iban viento en popa. Había un restaurant con mucho éxito, lo llamaban El asador de las chuletas. A él iban los más famosos de la época, españoles y mucho extranjero. En las Ventas se hablaba mucho de la guapísima Ava Gardner y de los actores y cantantes famosos que iban con ella. La dueña del asador venía a nuestra pequeña peluquería y en privado nos lo comentaba.
El asador de ella tenía mucho éxito y trabajo. También yo trabajaba mucho por esa zona. Iba mucho a las casas del mercado de Canillas con las pescaderas, carniceras, comercios en general y particulares. El Ayuntamiento lo teníamos cerca de casa, su sede estaba en la carretera de Aragón. Algunas empleadas cuando terminaban su trabajo venían a peinarse a mi saloncito. Las gustaba por estar cerca, también las agradaba mi trato con ellas y mi estilo en peinar.

Cuando no tenía clientas en casa, lo tenía fuera. También Iba mucho hasta Pueblo Nuevo. De los Estudios Cea en Ciudad Lineal, venían mucha gente también las esposas de los operadores del cine. Es interesante la cantidad de nombres y apellidos de clientas que había en el archivo para los colores del tinte. Cada clienta tenía su color preferido. Ellas no querían cambiar de color y las mezclas de tinte eran buenísimas. Algunas señoras decían que venían desde Sol.

También pasaban cosas curiosas; alguna clienta me pedía si podía coger a sus parientes de algunos pueblos para hacerse permanentes. Tenía que levantarme a la 6 de la madrugada porque después querían volver al pueblo el mismo día.
Al levantarme tan temprano para atenderlas, a mis padres no les gustaba, porque después ya no paraba el trabajo. Era agotador pero yo estaba feliz y muy contenta. Nuestro corte de pelo, ¡era especial! es lo que más gustaba. También se hacían cortes de pelo a los niños. Algunos padres (varones) acompañaban a sus hijos y esperaban pacientemente a que terminara.
Las mujeres de los comercios me pidieron que si las peinaba a diario, las pusiera un precio más asequible, nos pusimos de acuerdo y poco a poco tuve señoras fijas. Eso hacía que al abrir por la mañana ya tenia trabajo. En Las Ventas, ¡había tantos comercios!. ¡Confiaron tanto en mí!. Cuánto agradezco a las personas que se pusieron a mis manos. Mientras viva no las olvidaré.


Yo tenía 16 años en el 1952, mi hermana 14 años y mi hermano solo tenía 8 años. Él iba al colegio La Salle, la misma que fue mi padre. A mi hermana en esa época la fui enseñando. Ella fue mi mejor modelo por su pelo fuerte y muy negro. Fué aprendiendo mucho conmigo pero no era suficiente, porque la anime mucho para que fuera a una academia para perfeccionarse con los tintes del cabello. Cuando volvía me ayudaba, fue lo mejor que nos pudo pasar. Recuerdo a la gente con mucho cariño. La dirección del negocio siempre lo lleve yo hasta que me casé, que fue en el año 1962. Después lo llevo mi hermana y mi hermano.


Las Ventas; lo más entrañable que he conocido.                                      
Había un local frente a mi casa que siempre me llamo la atención;  se dedicaban a vender los salvados para animales. La tienda se llamaba Hilario Manso. A veces las niñas cogíamos algarrobas  ¡Estaban buenísimas! Eran de color marrón oscuro, con mucho brillo muy frescas. Como ese negocio !habían tantos!. Las Ventas era un ir y venir de gente.¡Nos conocíamos casi todos!


Estaba la famosa papelería  El Sobre verde, cafeterías... Había un bar llamado Barragán. En verano sacaba muchas mesas las noches de los sábados y domingos, los clientes llevaban la cena y los dueños sacaban la bebida. Estaba cerca de mi tienda, había buen ambiente en ese bar. Estaban las casas de moda, joyerías, comestibles. Un zapatero que su local estaba pegado al de mi familia, fruterías, carnicerías. etc. Todos los bajos eran comercios, con las viviendas de 4 plantas. ¡Algunas muy elegantes!... lo digo porque conocí a casi todas las casas, por ir a peinar a muchas de ellas.
  
El ayuntamiento de Canillas después lo trasladaron al centro de Madrid, donde está ahora. Teníamos muy cerca la casa de socorro.
Había mucho movimiento de gente. Entre las calles de Ventas había marmolistas, empresas dedicadas a los materiales para la construcción, las carbonerías... Eso se acabó con las vitrocerámicas. Esto si es un adelanto para las amas de casa, pero se perdieron otras cosas. Cuando empezaron a tirar las casas antiguas los comercios perdieron su vigor, aunque reconozco que desde la calle Lanceros hasta Ciudad Lineal, esa zona sigue bien y con mucho comercio.
 
     

miércoles, 13 de febrero de 2013

008


Los cambios en mi personalidad, se iban produciendo.
Pasado el tiempo, mientras ayudaba a mi madre en la “cacharrería, yo la insistía tanto; "¡mama quiero ser peluquera!". 
Se aburrieron de oírme y accedieron a mi deseo. Mi padre tenía un amigo que su hija tenía Peluquería de señoras. 
Le hablo de mí y me admitieron de aprendiza. Mi padre les dijo que no me pagaran. Era en Ricardo Ortiz, estuve un año y aprendí mucho. La dueña tenía la peluquería en la misma casa en que vivía y estaba embarazada. Ella decía a las clientas y a nosotras,
que por las noches hacia el ajuar del bebe que esperaba. Me pedía que la ayudara a calcar los dibujos de las sabanitas del bebe. Entraba a la salita de estar y se lo calcaba en la tela para que ella lo bordara. De vez en cuando me encargaba a que fuera a comprar hilos etc. Eso me cortaba el aprendizaje. Yo para aprovechar el tiempo perdido, cuando salía  peinaba a mis vecinas. 
¡A mi madre la corté el pelo! Se disgustó mucho mi padre… Y es, porque estaba orgulloso del moño tan bonito que lucía mi madre. 
Estuve bastante tiempo arreglando el pelo a mis vecinas también y a algunas señoras de alrededor de mi casa.  Al principio no las cobraba, pero tuve la suerte de que empezaron a pagarme sin yo pedirlo. Así, hablando entre ellas como se suele decir de “boca a boca” fueron enterándose y llamándome. ¡Salió todo rodado!  Yo solo necesitaba practicar con las que se atrevían a ponerse en mis manos, y fueron muchas personas.

Cambie de nuevo a otra peluquería para iniciar otro estilo. Fui  a López de Hoyos. La peluquera era amiga de una hermana de mi madre. Estuve ayudando y aprendiendo, me dejaba hacer de todo; tintes, permanentes, cortes de pelo etc. 
Aprendí mucho en ese local. La dueña era tan buena profesional como la anterior de Ricardo Ortiz, aunque tenía diferente estilo.
Pienso que el buen profesional, sea cualquier cosa que emprenda si le gusta lo que hace, siempre será muy bueno en su trabajo. 
Hay que tener vocación. También son importantes los genes de la familia, en este caso el gusto por el arte. Pienso que peinar bien y con gusto es un arte.

En la primera peluquería de Ricardo Ortiz, en la que sus padres eran amigos de los míos, tenían de oficio marmolista y muy buenos en su trabajo. Pero el hobby de ellos era ser guitarristas.
En la segunda peluquería de López de Hoyos. Su padre pintaba las carteleras de los cines de Gran Vía. Antiguamente se pintaban los carteles del cine a mano. Eran artistas muy buenos en su trabajo. Las actrices, los actores, los paisajes... cualquier tema que hicieran parecían fotografías.  En el caso de mi familia ocurre lo mismo; en todos sus trabajos se intentaba que fueran lo más perfectos posibles. Sobre todo artísticos y con gusto. Mi madre nos hacía siempre la ropa con cualquier retal. Ella sabía comprar porque entendía de tejidos, siempre eran buenos y como era muy clásico lo que nos hacía, cuando dejábamos de crecer nos duraba mucho la ropa. Siempre íbamos que parecíamos gente rica. ! Y no era así ¡ Los abrigos los daba la vuelta y parecían nuevos. Cuando se podía, se compraba tela de calidad para hacer los abrigos. De mi padre ya hable anteriormente. Hizo trabajos muy importantes de cerrajería artística con su hermano en los sitios más emblemáticos de Madrid  ¡Que recuerdos! Se hereda todo. Se lleva en los genes ¡seguro!.

 A mis vecinas las hacía mucha gracia verme tan seria cuando las peinaba. Ellas me recordaban la época en que me hacían cantar en el “patio” de nuestra vivienda… Yo era muy pequeña.
A mi madre la hacía gracia. Me subía a la silla con patas muy altas, que se utilizaba a la hora de comer con los mayores. La usaron mis hermanos y yo de pequeños. No se cantar pero las gustaba la letra.
La canción era esta:

Yo tuve un novio barbero, que una vecina me lo quito.
Tuvieron tres churumbeles, con la cabeza como un melón. 
El guardia de los padrones dijo; que espanto, que atrocidad
Cabeza de ese tamaño, nunca lo he visto ni se verá
Con el barbero no me casao. Del terremoto de San francisco yo me librao… 
¿Porque no te casas niña ?  Gritan por los callejones 
Estoy compuesta y sin novio porque tengo mis razones.
Marido, suegra y cuñao, los hijos medio grillaos 
Del terremoto de San francisco yo me librao.

Al ser un poco mayor ya me daba vergüenza y ya no quise cantar.

La peluquería del nº 39 antígua.
Dije en otra ocasión, que mi madre desde que se casó iba una peluquera a casa. Esa casualidad me hizo pensar que yo podía hacer ese trabajo; Peinar a domicilio y dejar la peluquería de López de Hoyos para seguir practicando con la gente yendo a sus casas.
Me despedí. 

¡Quería trabajar con el estilo que ya iba adquiriendo! Mi padre saco la licencia de peluquería, yo no pude por ser menor de edad.
La peluquería la pusimos donde anteriormente la utilizábamos como lo que era cocina.
Esa casa desde que mi padre la heredó fueron tres pequeñas industrias; el taller de cerrajería de mi padre, la “cacharrería” de mi madre ¡y la peluquería!, que fue la que más éxito tuvo hasta que la derribaron por ser antigua. Pero eso fue después, en el año 1970. De ese modo en el mismo sitio seguía la “cacharrería” y la pequeña peluquería. Encargue una caja tipo “maletita” no muy grande a un amigo carpintero. Las señoras ya me iban conociendo por la “cacharrería” de mi madre.